De esos que luego vuelven, habitan, persiguen o simplemente nunca se van...

21.12.06

Antes de dormir que vuelva

Días como estos es necesario salir corriendo, esconderse bajo una inmensa cobija y sólo asomar los ojos cuando no haya más remedio. Días de esos en que es fatal que el mundo te conozca, que sepan tu número telefónico, la dirección de tu casa. Son de esos días cuando te duele todo y es un esfuerzo terrible encender el carro y tomar camino de regreso a donde sea. Es agotador abrir la puerta del hogar, todo es cansancio. Son de esos hermosos días cuando emerge eso que no es lindo, que es oscuro, temible. Cuando no se puede reprimir el mostruo que nos habita y como en fiesta de halloween va recorriendo las calles, feliz, radiante. Insultando, aventando el sarcasmo como confeti.
Estos días son una pesadilla para los que me rodean, y para mí. Son pocos en el año, la vida. Pero qué horror, no me reconozco. Lo mejor es dormir, dejar que pase. A lo mejor en la mañana ya no está allí esa que me asusta, la que grita y dice cosas feas, que es un poco más humana. Quizá cuando los pocos grados centígrados me despierten, el dinosaurio ya no siga alli, esperemos lo hayan alimentado suficiente todos los eventos desafortunados de este día y se haya ido de vacaciones. Porque esa que ataca, que violenta y es fea fea, cansa. Esperemos pronto vuelva la otra, la que al menos es capaz de decir un saludo, una palabra agradable; algo que no sea lava, ácido: muerte.

9.12.06

Ni siquiera nos recordamos

Y nos vemos. Y nos saludamos.
Ay, es extraño eso que se siente, lo que no nos decimos,
y todos nos observan porque esperan algo,
porque todos siempre desean espectáculo
que los alimentemos con nuestra historia.
Y nos quedamos muy callados, fingimos tantas cosas
porque ya es sano que todos sepan que estamos cansados
que al fin de cuentas esto no es nada, porque nada ha sido nada
y de todo queda nada.
Pero luego oscurece, y todos se van marchando. Nos parecemos tanto a ese espacio vacio, porque ya no tenemos muchas cosas que decirnos, porque estamos cansados de asistir cada vez a nuestro funeral.
Y nos prometemos tantas cosas, intentos por matarnos como siempre lo hemos querido, nos decimos que pronto, que pronto todo será diferente. Pero en el fondo no lo deseamos, porque ha sido tan bueno esto de mantenernos enfermos, eso de incapacitarnos para todo, que el sólo hecho de saber que sanaríamos nos mata.
Y hay algo que tenemos en la médula, en las neuronas, sabe Dios donde, eso que ahi va comiéndonos, quiza nos hemos llenado de tanto cosmos, signos zodiacales e intentos suicidas que sólo nos queda mandarnos al infierno y después de eso, saludarnos. Después sólo nos queda decir que nos conocimos, pero hace mucho tiempo, tanto que poco es lo que reconocemos en el otro. Tanto que ya ni siquiera nos recordamos.

 
Y entonces, -no les he dicho que lo que ustedes toman erróneamente por locura
sólo es una exasperada percepción de los sentidos? CORAZÓN DELATOR, Edgar Allan Poe