Sortilegio
Después de esos encuentros históricos, de esas charlas que parecen no contenerse en sí, la vida nos sorprende. De nuevo, una calle se convierte en asaltante. Nos roba la esperanza, la idea loca de que no existe el destino, que al fin hemos construido un futuro lleno de esperanza por separado. La calle nos hace chocar, nos pone de frente de manera que no podamos fingir que somos otros, que las cicatrices que mostramos orgullosos, son de otras guerras y no de ésta que seguimos librando. Nos preguntamos si será tiempo de consultar a la vidente, que ella nos diga ¿cuánto nos durará el hechizo?, ¿cuántos años más hay que invertirle? Si es cuestión de mantener la distancia física, si vivir cada uno en un país diferente ayudaría a olvidarnos; pero países en continentes distintos, porque ya nos ha fallado estando en el mismo. Decimos que quizá se requiera de un conjuro, sin duda en esta ocasión debemos usar magia.
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