Álbum
Despues de tres encuentros con esa ciudad, realizar una cuarta visita quizá era un exceso. La primera vez fue una sorpresa, me dije que probablemente tanto estrecho callejón debía significar algo, sino para aquel momento, sí para el futuro. Y así fue. Los años no tardaron en revelarme una sorpresa. Después del disgusto, de recortar algunas fotografías y seleccionar sólo aquellas que le fueran bien al álbum, decir que en una cuarta visita habría de encontrar nuevos rostros, era pedir demasiado.Ya no quería más sorpresas.
Las flores de cempasúchitl rociaban amarillo en todas las paredes. Llegar a una plaza a eso de la una de la mañana y encontrar un entremés al aire libre, fue un guiño agradable. Unirse a las risas de un público anónimo y pensar en las risas que ya se habían olvidado. Caminar aprisa por entre los callejones, sentir el frío, buscar con prontitud un vaso de atole..., ahh que alivio.
Pensar en aquellas fotografías aprisionadas en el álbum que se había quedado aguardando mi regreso en casa, buscar en los anucios de los comercios algo diferente a la nostalgia.
Alegría. La ciudad había escuchado mis ruegos, la minuciosa cirugía era perfecta. Pude caminar alegre por sus calles angostas. Reír, ver desde el mirador las casas apiladas unas sobre otras, aquella figura interminable de legos que en tres ocasiones me habían dicho algo distinto.
Nos despedimos, nos dijimos hasta luego. Pero ahora sonreíamos, el pacto de aquella primera visita se había reestablecido, aquellas palabras dichas a los diesciocho seguían latiendo más vivas que nunca: "esta ciudad es perfecta para enamorarse".
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